Uno de esos días en los que no había parado, juzgado por aquí, juzgado por allí, taxi a las montañas 4 veces, vuelta al juzgado y al hospital… Lo que me faltaba a las 5 de la tarde era que ningún petit-taxi me quisiera llevar hasta el hotel, pero me fui andando… despaaacio… muuuuy despacio… atravesando la parte de la ciudad nueva, hasta el barrio judío, bordeando el de los esclavos, hasta la medina… y para no pasar por esa calle desangelada que rodea la muralla entré por los callejones para poder pasar por un pequeño puente sobre el rio en el que hay un noria y unas ventanas con rejas. Y allí me encontré de golpe con el espectáculo más raro que he visto en Marruecos.
En el puente un grupo de mujeres mirando al rio. Abajo había un chico joven y arriba un hombre cogía gallos les hacía un corte en el cuello y los lanzaba vivos hasta abajo, a un círculo de velas blancas, uno y luego otro… Se iban desangrando junto al agua, corriendo hasta que ya no podían andar y el chico los lanzaba a un montón.
El chico recogía las velas que los pollos habían tumbado al caer, la mayoría de ellos ni se acercaba al círculo al ser lanzados, y las daba a las mujeres.
El hombre ponía las manos en la frente a las mujeres que le daban unas monedas. Todas llevaban unas botellas pequeñas de cristal llenas, creo, de agua que después de la ceremonia el hombre tiraba al rio.
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