Este último viaje a Marruecos, en el que fuimos solos mi hijo y yo, él se pasaba el día recogiendo piedras del suelo… me ponía de los nervios a cada momento parándose a recoger una piedrecita, siempre con 3 o 4 en las manos, piedras en todos los bolsillos del pantalón, yo aún tengo alguna que me puso dentro del bolso y allí sigue.
Hasta que un día (la primera semana, después ya iba como Pedro por su casa por todas partes… demasiado) entramos en el zoco y le dije que el zoco era un sitio muy enredado y que podíamos perdernos y sacó una piedrecita del bolsillo y me dijo:
– No te preocupes, yo voy dejando piedrecitas para no perdernos.
Por la noche al subir a la habitación por la escalera (la famosa escalera) me fijé que iba dejando una piedrecita en cada escalón.
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