touche pas à mon enfant

19 Dic

Estábamos tomando el te cuando entró una mujer, se sentó en el sofá con nosotras y las mujeres empezaron a hablar con ella en dariya. Le ofrecieron te pero no quiso. G. le bajó un pequeño paquete y me dijeron: son aspirinas. Entonces me contaron su historia.

 

El hígado para los árabes, y también en Marruecos, es lo que para nosotros sería el corazón, es el órgano donde se encuentran los sentimientos. Se estaba muriendo de cáncer de hígado y el dolor que le producía el cáncer no era el peor que sufría.

 

Su hijo de 12 años había sido asesinado años antes por un asesino-pederasta en serie de la provincia. Durante todos esos años no había sabido que es lo que le había pasado a su hijo, donde estaba enterrado y cómo había muerto. Gracias a touche pas à mon enfant había podido saber dónde estaba su cadáver, y gracias a la colaboración de los vecinos había podido comprar el billete de autobús para ir hasta Casablanca a recuperar su cuerpo.

 

Había leído sobre el caso en los periódicos, leo todo lo que sale sobre la ciudad de mi hijo.

 

Acababa de regresar esa misma noche, en autobús, pero sin poder traer a su hijo. En ese punto del camino se había encontrado con otro problema que afecta Marruecos (con el que yo no me he encontrado nunca y por lo tanto no puedo hablar de él) y que hace que salga naranja fuerte en este mapa: la corrupción. Solo le entregaban el cuerpo si pagaba, como no tenía dinero tuvo que regresar a su casa.

 

 

Touché pas à mon enfant es una asociación fundada en 2004 que denuncia el maltrato, explotación y abuso sexual de menores en Marruecos.
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